Generalmente los padres nos acercamos a nuestros hijos en el momento en que nosotros necesitamos hablar o investigar algo sobre ellos.
Sin darnos cuenta hemos desperdiciado los momentos oportunos para entablar largas y productivas conversaciones con nuestros hijos cuando ellos han querido iniciar una plática.
Les comento que el mejor momento para hablar con nuestros hijos es cuando ellos inician una conversación. Y generalmente lo desperdiciamos porque ellos jamás iniciarán dicha conversación con nuestros temas de interés o de necesidad. Ellos inician siempre hablando de algo de su interés, puede ser sobre las jugadas en sus recientes potras, sus jugadores más admirados del fútbol, la pérdida o el gane de su equipo favorito, su reciente chiste con sus amigos, su cantante favorito, su serie de Netflix, etc.
Los padres echamos a perder esos momentos cuando demostramos apatía por los temas de su interés, cuando iniciamos el interrogatorio sin preámbulos y sin preparación, sin hacerlos pasar por una etapa previa de relajación antes de indagar. al no percatarnos, perdemos el momento perfecto para profundizar y llegar al tema de nuestro interés. Lo sé, ahora han de estar pensando, “pero debo escuchar todo eso que mi hijo quiere decir y que a veces no me interesa para poder llegar al tema de mi interés”. La respuesta es si, porque sólo en esas circunstancias es que nuestros hijos han bajado la guardia y es cuando protegerán menos sus respuestas, ya que estarán en una zona de confianza con los adultos de quienes más protegen sus secretos y sus decisiones, nosotros “sus padres”
Les comparto este consejo práctico:
Al escuchar a sus hijos, háganlo para entender, no para contestar.
Saludos y
“Happy parenting”
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